“La vida es lo que hacemos de ella. Los viajes son los viajeros.
Lo que vemos no es lo que vemos, sino lo que somos.”— Fernando Pessoa
La idea de un viaje parte de la necesidad que hay de mantenerse en constante movimiento. Viajar es salir de la costumbre, de la comodidad; es escapar de las cosas de todos los días y lanzarse a una nueva experiencia donde el tiempo es lo que menos importa.
El viaje es una conversación con el otro y su entorno, pero sobre todo con uno mismo. Ponemos a prueba nuestras ideas y las cuestionamos para vencer los límites autoimpuestos, para ir más allá de lo conocido.
Al salir de nuestro lugar quedamos expuestos a todo tipo de situaciones que nos provocan conocernos mejor, nos motivan a disfrutar más lo que tenemos y recordar lo que realmente somos. Cuando viajamos cargamos siempre con nuestra historia, la dejamos por ahí suelta entre personas desconocidas, para ver qué pasa. Hacemos fotografías para vernos reflejados en lugares ajenos al nuestro y nos llevamos historias nuevas en la maleta mental.
“No todos los que deambulan están perdidos”
— J. R. R. Tolkien
El viaje no sólo es movimiento, también es cambio, reflexión y renovación. La exploración de uno mismo se traduce en la sublimación de lo que nos pasa. Se nos presentan las motivaciones para valorar nuestra historia y darle una nueva interpretación. Viajamos para cambiar no de lugar, sino de ideas¹; viajamos para encontrar una manera distinta de mirar las cosas.
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¹ Hippolyte Taine.